Donde aprendemos cómo los cabreros pusieron orden en todos estos asuntos
Wo wir lernen, wie die Hirten Ordnung in die Angelegenheit brachten
Estos cabreros eran gente generosa, como ya hemos visto. No leían libros, pero algunos hacían poemas. No eran poemas de doncellas ni de amores
abstractos o copias de copias de sentimientos copiados, sino cosas que habían inventado ellos mismos
y que con el tiempo aprendieron a cantar.
Diese Hirten waren großzügige Leute, wie wir gesehen haben. Sie lasen keine Bücher, aber einige machten Gedichte. Es waren keine Gedichte über Jungfrauen und auch nicht über abstrakte Liebschaften
oder Kopien von Kopien von kopierten Gefühlen,
sondern Dinge, die sie selber erfunden hatten und die
sie mit der Zeit auch singen lernten.
Al ser cabreros, tenían contacto con todos los otros
cabreros y estaban al tanto de todo. Sabían que Cardenio había llevado vida de loco en Sierra Morena,
historia que los cabreros de aquellos lares les habían
contado cuando estaban sentados alrededor del fuego. Eran sabedores también de que Don Quijote
había atacado dos manadas de ovejas tomándolas
por ejércitos y que los cabreros de aquellas manadas
lo habían derribado del caballo con sus hondas. Es
más, sabían incluso que había liberado a los encadenados y que la Santa Hermandad lo tenía en su
punto de mira, lo que les pareció muy gracioso, porque pensaban que el rey Felipe II podía perfectamente
quedarse en su Escorial y organizar la guerra contra
Inglaterra, Flandes, Francia o lo que mejor le viniese
en gana, siempre que a ellos los dejara en paz en sus
majadas y transitando por sus cañadas reales.
Da sie Hirten waren, hatten sie Kontakt zu allen
anderen Hirten und waren über alles informiert. Sie
wussten, dass Cardenio in der Sierra Morena den
Verrückten spielte, die Hirten dieser Gegend hatten
es ihnen erzählt, als sie um das Feuer saßen. Sie
wussten auch, dass Don Quijote zwei Schafherden
angegriffen hatte, die er für zwei Heere gehalten hatte und dass die Hirten ihn mit Schleudern vom Pferd
geholt hatten. Sie wussten sogar, dass er die Gefangenen befreit hatte und die Santa Hermandad hinter
ihm her war. Das erschien ihnen sehr lustig, denn sie
dachten, dass der König Phillip II am besten in seinem Escorial bliebe, um dort Kriege gegen England,
Flandern, Frankreich zu organisieren oder was ihn
sonst gut dünkte, vorausgesetzt, dass er sie auf ihren Weiden in Ruhe ließe und auf seinen königlichen
Hohlwegen bliebe.
Todo lo que se refería a este asunto: Iglesia, soldados, jueces y Santa Hermandad los tenían ya hasta
las mismísimas narices. Un caballero andante cincuentón que atacaba a una manada de ovejas, sobre un
jamelgo con una lanza que parecía la simple rama de
un árbol, no les parecía un problema tan grave. Antes
bien era algo bastante divertido y no hacía daño a
nadie. Sin embargo, tanto toda esa gente vestida de
negro que pertenecía a la Santa Inquisición como estos soldados equipados con armas compradas con
un dinero que no habían ganado ellos y más todavía
los marqueses y duques a los cuales, nadie sabe por
qué, les pertenece la mitad de la tierra, ésos sí que
eran molestos y gravosos.
Von all dem, was damit zusammenhing, Kirche, Soldaten, Richter und die Santa Hermandad, hatten sie
die Nase gestrichen voll. Ein fünfzig Jahre alter fahrender Ritter, der auf einem Klepper mit einer Lanze,
die ein einfacher Ast eines Baumes war, eine Herde
Schafe angriff, schien ihnen kein so großes Problem
zu sein. Das war sogar ziemlich lustig und schmerzte
niemanden. Diese ganzen in Schwarz gekleideten
Leute jedoch, die zur Heiligen Inquisition gehörten,
wie diese Soldaten, die mit Waffen ausgestattet waren, die mit Geld gekauft wurden, das nicht sie verdient hatten und diese Grafen und Herzöge, denen,
keiner weiß warum, die Hälfte des Bodens gehörte,
die waren wirklich lästig und ärgerlich.
No les pareció nada bien que se burlaran de Don
Quijote. Y lo que más les disgustó fue que el propio
Cardenio, que durante semanas había llevado vida de
loco en Sierra Morena y sólo pudo sobrevivir gracias a que ellos, los cabreros, se ocuparon de él, ahora se
burlara de Don Quijote.
Sie hatten kein Verständnis dafür, dass man sich
über Don Quijote lustig machte. Was sie aber am meisten ärgerte, war, dass selbst Cardenio, der wochenlang in der Sierra Moreno das Leben eines Verrückten
geführt hatte und nur dank ihnen, den Hirten, überleben konnte, weil sie sich um ihn kümmerten, sich jetzt
über Don Quijote lustig machte.
Y les bastó entrar en la taberna para enterarse de
lo que pasaba con la niña, situación que tampoco les
gustó; sobre todo porque esta historia les hizo pensar en su compañero Crisóstomo que realmente se
había vuelto loco, tan loco que murió, que es otra
cosa que hace el loco como este Cardenio, por puro
aburrimiento.
En fin, todo lo que pasaba no les gustó en absoluto.
Al padre de la niña también lo conocían, porque era
un juez que no tenía, como solía ser el caso de esta
gente, ni pizca de idea de la vida.
Entraron todos juntos en la taberna, pidieron una
botella de vino y se sentaron. Poco después entraron
Don Quijote, el cura, el barbero, Cardenio, el juez y el
tabernero.
Sie betraten alle zusammen die Kneipe, bestellten
ein Glas Wein und setzten sich. Kurze Zeit später kamen Don Quijote, der Pfarrer, der Barbier, Cardenio,
der Richter und der Kneipenwirt.
- ¡Maldito sea el hechicero!, feroz enemigo suyo -
dijo el cura a Don Quijote - que ató su brazo vencedor
al marco de la barbacana de este castillo.
„Verflucht sei der Hexer, Ihr entsetzlicher Feind“,
sagte der Pfarrer zu Don Quijote, „der Ihren rächenden
Arm an den Rahmen der Dachluke fesselte.“
¡Ah! Este condenado cura que vive de nuestro trabajo, se burla de Don Quijote - pensaron todos los
cabreros sin que hubiese sido menester que se pusieran de acuerdo-. El fanático seguidor de Tomás de
Torquemada se burla de este hidalgo inocente e inofensivo. Se le van a quitar las ganas de guasa ahora
mismita.
Ah! Dieser verfluchte Pfarrer, der von unserem Geld
lebt, macht sich über Don Quijote lustig, dachten alle
Hirten, ohne dass es nötig war, auch nur ein Wort darüber zu wechseln.
Der fanatische Gefolgsmann des Tomás de Torquemada macht sich über diesen unschuldigen und
harmlosen Ritter lustig. Seine Lust auf Scherze werden ihm gleich vergehen.
Con sus cayados empezaron a dar golpes en el
suelo. Bum, bum. Al principio suavemente, apenas
perceptible, después más fuerte, después más fuerte. Bum, bum. Y cada vez más fuerte. Bum, bum. Y
finalmente entonaron todos juntos esta canción.
Mit ihren Hirtenstäben begannen sie auf den Boden zu klopfen, bum, bum. Zu Beginn nur sanft, kaum
hörbar, dann immer stärker, immer stärker, bum, bum.
Und immer stärker, bum, bum. Und schließlich begannen sie alle gleichzeitig dieses Lied zu singen.
No puedo creer
que entre tanto despelote,
haya encontrado
un Cristo en un escote
¡AY, un Cristo en un escote!
Era un busto
como una cordillera,
era como pa‘ darse gusto.
Yo miraba al Cristo allí,
con cara de enfermizo;
clavado ahí en la cruz, en pleno paraíso.
Tremendo despelote.
¡Un Cristo en un escote!,
¡Un Cristo en un escote!
Ah, ah, ah
A lado y lado,
no habían dos ladrones.
Eran como dos fresas,
dos rosados pezones.
Atado a una cruz,
estaba allí Jesús.
¿Cómo estar en un regazo
y no dar un abrazo?
Tremendo despelote.
¡Un Cristo en un escote!
¡Un cristo en un escote!
Ah, ah, ah
Ese bendito escote,
lo lleva a todas partes.
Por religión o agujero,
de su pecho no sale.
El escote corre,
danza, sale a caminar;
él todo lo soporta, cabizbajo
y sin mirar.
(Lento)
Cuando el escote peca y reza
y todo sale bien.
Toma el cristo entre sus manos
y lo besa.
Ah, ah, ah
Cuando va a bañarse
toda se desnuda,
aprovecha el Cristo
para refrescarse.
Y mientras se baña,
le dice a su padre
¿por qué me has abandonado
en semejante lugar?
Dime qué quieres,
¿que me ponga a rezar?
Tremendo despelote.
¡Un Cristo en un escote!,
¡Un Cristo en un escote!
¡Quién iba a pensar
en su futuro incierto!;
menos mal que tiene
los brazos abiertos.
O si no se iría
por ese tobogán;
y quién sabe, el pobre,
adónde iría a parar.
(Lento)
A veces el tal escote,
hace el amor.
¡Y no se quita el Cristo,
hágame el favor!
Tremendo despelote.
¡Un Cristo en un escote!
¡Un cristo en un escote!
Ah, ah, ah
Quién entiende, cómo
después de tanta historia,
de hacer tanto milagro,
de hacer de piedras pan.
¡Venir allí a parar!;
por tanto despelote,
a ser crucificado
en semejante escote.
En semejante busto,
en semejante pecho
como pa‘ darse gusto.
¡Un Cristo en el escote!,
tremendo despelote.
Ich kann es kaum glauben,
dass in dieser ganzen Unordnung
ich einen Christus in einem Ausschnitt gefunden
habe, einen Christus in einem Ausschnitt
Es war eine Büste
wie eine Gebirgskette
es war ein reines Vergnügen
Ich betrachtete den Christus dort,
mit kränkelndem Gesicht dort angenagelt an das
Kreuz mitten im Paradis
Chor
Welch eine Unordnung.
Ein Christus in einem Ausschnitt,
ein Christus in einem Ausschnitt!
Ah, ah, ah
Ihm zur Seite
waren keine zwei Diebe.
Es waren wie zwei Erdbeeren,
zwei rosarote Brustwarzen.
Festgebunden an ein Kreuz
war Jesus dort.
Also ob er in einem Schoß läge
und nichts umarmen könnte?
Chor
Welch eine Unordnung.
Ein Christus in einem Ausschnitt,
ein Christus in einem Ausschnitt!
Ah, ah, ah
Dieser geweihte Ausschnitt
bringt ihn überall hin.
Sei es aus Religiösität oder aus Vorahnung,
von ihrer Brust weicht er nicht.
Der Ausschnitt rennt,
tanzt, geht spazieren,
und all das erträgt er gesenkten Hauptes
und ohne zu schauen.
langsam
Wenn der Ausschnitt sündigt und betet
und alles geht gut aus.
Nimmt sie den Christus in ihre Hände
und küsst ihn.
Ah, ah, ah
IV
Wenn sie baden geht,
entkleidet sie sich ganz,
das nutzt der Christus,
um sich zu erfrischen.
Und während sie sich badet,
sagt er zu seinem Vater:
„Warum hast du mich verlassen
an einem solchen Ort?
Sag mir, was willst du,
dass ich anfange zu beten?“
Chor
Welch eine Unordnung.
Ein Christus in einem Ausschnitt,
ein Christus in einem Ausschnitt!
Ah, ah, ah
V
Wer hätte das gedacht
bei seiner unsicheren Zukunft,
glücklicherweise hat er
die Arme ausgebreitet.
Oder wenn er
diese Rutschbahn nicht hinunter rutschen würde,
und wer weiß, wo der Arme
ankommen würde.
langsam
Manchmal schläft dieser
Ausschnitt mit jemandem
und den Christus nimmt sie nicht weg,
ich bitte dich darum!
Chor
Welch eine Unordnung.
Ein Christus in einem Ausschnitt,
ein Christus in einem Ausschnitt!
Ah, ah, ah
VI
Wer versteht, dass er nach
soviel Geschichte,
nach sovielen Wundern,
nachdem er aus Steinen Brot gemacht hat,
er hier landet,
inmitten dieser Unordnung,
gekreuzigt,
in einem solchen Ausschnitt.
In einem solchen Ausschnitt,
an einem solchen Busen,
der soviel Freude macht.
Ein Christus in einem Ausschnitt,
oh welche Unordnung.
Y mientras así cantaban, se acercaron al cura, se
pusieron alrededor de él, para que estuviese bien claro para quién era la canción, finalmente tocaban con
sus bastones la cruz que colgaba de su pecho.
Rojo como un tomate se puso el cura de cólera, de
vergüenza y de impotencia. Y cuando terminaron, le
dieron unas palmaditas en el hombro y le dijeron:
- ¡Vaya, pastor de almas!, es curioso comprobar
cuántas locuras hay en esta Tierra. Algunas inocentes, que hubiesen podido ser bellas en otros tiempos
pueden crear algo nuevo, abrir nuevos caminos, incitar a la gente a dudar, a utilizar su propia cabeza, pero
locuras hay, que fueron engendradas en el infierno
más siniestro, que impiden a la gente pensar por sí
misma, que sirven para esclavizar a la gente y que
incitan al odio entre iguales.
Deja en paz a nuestro Don Quijote. Es el humilde
consejo que te dan los cabreros cuyas manadas de
ovejas, en su demencia, tomó por dos ejércitos; porque no dudan, que con la misma fuerza con la cual
hubo atacado aquellas dos manadas de ovejas, atacado hubiera igualmente a cualquier ejército enemigo, que hubiese querido invadir nuestra Andalucía.
Él no es como ese loco del Escorial, que manda sus
tropas a cualquier parte del mundo en tanto que él se
queda en su cama con dosel.
Und während sie so sangen, näherten sie sich dem
Priester, stellten sich um ihn herum, damit auch deutlich werde, an wen dieses Lied gerichtet war. Schließlich berührten sie mit ihren Stöcken das Kreuz, das er
um den Hals hängen hatte.
Rot wie eine Tomate wurde der Pfarrer vor Wut,
vor Scham und Machtlosigkeit. Als sie fertig waren,
gaben sie ihm noch einen Klaps auf die Schulter
und sagten zu ihm: „Hör mal, Hirte der Seelen, es
ist schon eigenartig, wie viele Verrücktheiten es auf
dieser Welt gibt. Manche Unschuldige, die in anderen Zeiten hätten schön sein können, können etwas
Neues eschaffen, neue Wege öffnen, die Leute dazu
bringen, zu zweifeln, ihren eigenen Kopf zu benutzen.
Doch es gibt auch Verrücktheiten, die stammen aus
den unheilvollsten Schlünden der Hölle, die die Leute
daran hindern, nachzudenken, sie dienen dazu, die
Leute zu versklaven und sie stacheln zum Hass auf.
Lass Don Quijote in Ruhe, das ist der bescheidene
Rat, den dir Hirten geben, deren Herden er in seinem
Wahnsinn für zwei Heere hielt, denn sie zweifeln nicht
daran, dass er mit derselben Kraft, mit der er die zwei
Herden angriff, auch jedes feindliche Heer angegriffen hätte, das unser Andalusien überfallen hätte. Er
ist nicht wie der Verrückte im Escorial, der seine Truppen in alle Weltteile schickt, während er in seinem
Himmelbett bleibt.
La fama que quería ganarse, quería ganarla con su
propia fuerza, arriesgando su propia vida y bien merecido tendría que trovadores y juglares cantasen sus
hazañas.
Den Ruhm, den er sich erwerben wollte, wollte er
sich aus eigener Kraft erwerben, riskierte sein eigenes
Leben und er hätte es verdient, dass Minnesänger
und Bänkelsänger von seinen Heldentaten singen.
Pero ya lo sabemos. Tus condenados libros únicamente hablan de reyes que en su vida arriesgaron
nada y que mandan a otra gente a luchar por ellos.
De ésos que arriesgaron sus vidas no hablan tus libros, hablan de los reyes, caudillos y otros locos por
la gracia de Dios.
Doch wir wissen es alle. Deine verdammten Bücher
reden nur von Königen, die Zeit ihres Lebens nichts
riskierten und den anderen Leuten befehlen, für sie zu
kämpfen. Von denen, die ihr Leben riskierten, spricht
niemand in deinen Büchern. Sie sprechen von den
Königen und anderen von Gott eingesetzten Anführern.
A continuación se dirigieron al padre de la niña y
le preguntaron por qué lloraba su hija. El juez o más
bien oidor, no había comprendido todavía muy bien
de qué iba la cosa y creyendo que los cuatro armados
mozos que lo acompañaban le servirían para algo, les
hizo la señal convenida para que desenvainaran sus
espadas.
Dann wandten sie sich dem Vater des Mädchens
zu und fragten ihn, warum seine Tochter weine. Der
Richter hatte noch nicht genau verstanden, was vor
sich ging und glaubte daher, dass seine vier bewaffneten Lakaien, die ihn begleiteten, ihm helfen würden.
Er gab ihnen ein Zeichen, die Schwerter zu ziehen
Poco sabía el juez de los cabreros de Andalucía,
dado que hasta ahora nada más que los había conocido cuando habían tenido que comparecer en juicio,
desarmados y encadenados, en la mayoría de los casos, por no haber pagado lo que al rey se debía. Porque estos cabreros, en un abrir y cerrar de ojos y con
gran fuerza y precisión milimétrica dieron tal manotazo al brazo de estos mozos, que al punto, dejaron
caer sus espadas con la mano quebrada y aullando
como perros que acabaran de recibir una patada.
Wenig nur wusste der Richter über die Hirten von
Andalusien, da er sie bislang nur einzeln erlebt hatte, wenn sie unbewaffnet und in Ketten vor Gericht
erscheinen mussten, meistens, weil sie dem König
noch etwas schuldeten.
In der Zeitspanne eines Wimpernschlages und mit
großer Kraft und Präzision schlugen diese Hirten den
Lakaien auf den Arm, dass diese sofort ihre Schwerter
fallen ließen, mit gebrochener Hand und heulend wie
Hunde, die soeben einen Fußtritt bekommen hatten.
- ¿Qué pasa con su hija, señor magistrado? - le
preguntó el mismo cabrero.
- A esa pregunta no tengo que responderte - respondió el juez algo intimidado.
- Creo que sí - le replicó el cabrero y los otros dieron un golpe sobre el suelo produciendo el bum,
bum que ya conocía.
- Mi niña se viene conmigo a las Indias - agregó
esta vez el juez.
- Creo que no va a ser así - le espetó el cabrero
convencidísimo de lo que decía.
- ¿Y se puede saber por qué no? - preguntó el
juez a la vez asombrado y algo irritado ya.
- Pues porque parece que ella no quiere irse - manifestó el cabrero en esta ocasión.
- ¿Y a ti qué te importa? - le interpeló rápidamente
el juez.
- Fíjese que a mí me importa todo lo que me interesa - le respondió el cabrero.
Yo soy juez, yo me conozco el derecho familiar, y
éste dice muy claro que es el padre quien decide
lo que debe de hacer una hija - le objetó altanero
el juez.
- Y yo, soy cabrero y el derecho familiar pertenece
a ese género de cosas que ni me importan ni me
interesan. - fue capaz de decirle el cabrero.
- ¿Y vas a decidir tú lo que ha de hacer mi hija? -
le demandó el juez algo acobardado.
- Yo he decidido que su hija no va a las Indias si
ella no quiere. - afirmó el cabrero.
- ¡¡Una buena hija, a quien tiene que obedecer sin
rechistar siquiera, es a su padre!! - exclamó el
padre fuera de sí.
- ¿Eres turco de Anatolia? - le espetó el cabrero.
- Pero vamos a ver, hombre de Dios, ¿eso a qué
viene ahora? - dijo el juez.
- ¿Por qué se luchó en la batalla de Lepanto? - se
apresuró a decir el cabrero.
- Para defender la Santa Fe Cristiana - saltó como
una bala el cura.
- ¿Para sustituir una locura por otra, sin posibilidad de que haya un cambio real? - le inquirió el
cabrero.
- ¿A qué llamas tú exactamente locura? - interrumpió el juez.
- Llamo locura a todo aquello que se cataloga
como verdad absoluta impidiendo, cuando no
prohibiendo directamente, que la gente piense
por si misma - le rebatió el cabrero, sabiendo
muy bien lo que decía.
- Así que tú no crees en el orden divino representado por el rey Felipe II y el Papa, ¿no?
- Sepa Vd. que no. No creo en ello porque soy yo
el que paga la factura y por lo tanto controlo más
en detalle.
- ¿Y por qué te importa tanto mi hija? - le preguntó
extrañado el juez.
- Me importa lo que me interesa - le repitió el cabrero.
- ¿Y tú crees saber lo que conviene a mi hija mejor
que yo? - le refutó el juez.
- Sí, su señoría, en este caso le conviene cometer sus propios errores y no soportar errores
ajenos
- ¿Y cómo piensas impedir que me la lleve a la
Indias? - le replicó el juez muy altivo.
- ¿Cuántos kilómetros hay de aquí a Sevilla? - le
preguntó tranquilamente el cabrero.
- Pues serán unos trescientos - aseguró el otro.
- ¿Y sabe también cuántos cabreros debe haber
desde aquí hasta Sevilla?
- No, ¿por qué debería saberlo yo? - manifestó el
juez.
- Supongo que siendo tan listo, habrá entendido
a qué me refiero. Y otra cosa os diré. Si queréis
comportaros como un talibán y decidir con quién
tiene que casarse vuestra hija, mejor váyase a
Irán. No creo que en las Indias haga falta gente
como vos, mas eso me es indiferente, no me interesa. Pero aquí en Andalucía cada uno ama a
quien quiere y tiene derecho a cometer sus propios errores pues así, vamos aprendiendo.
„Was ist mit Ihrer Tochter, Herr Richter?“, fragte ihn
der Hirte.
„Auf diese Frage muss ich dir nicht antworten“, antwortete der Richter etwas eingeschüchtert.
„Ich glaube schon“, antwortete ihm der Hirte und
die anderen schlugen auf den Boden, was das bereits bekannte Bum, Bum ertönen ließ.
„Meine Tochter geht mit mir nach Amerika“, fügte
der Richter hinzu.
„Ich glaube nicht, dass das eintritt“, erwiderte der
Hirte, wobei er von dem, was er sagte, vollkommen
überzeugt war.
„Und darf man erfahren warum nicht?“, fragte der
Richter eingeschüchtert und fassungslos.
„Weil es den Anschein hat, dass sie nicht gehen
will“, tat der Hirte kund.
„Und was geht dich das an?“, fragte ihn der Richter
schnell.
„Stellen Sie sich vor, mich geht all das was an, was
mich interessiert“, antwortete ihm der Hirte.
„Ich bin Richter, ich kenne mich aus im Familienrecht, und nach dem Familienrecht ist es der Vater,
der bestimmt, was die Tochter macht“, erwiderte
hochmütig der Richter.
„Und ich bin Hirte, und das Familienrecht gehört
nun zu den Dingen, die mich nicht interessieren“,
sagte ihm der Hirte ins Gesicht.
„Du wirst also entscheiden, was mit meiner Tochter
geschieht?“, fragte ihn der Richter verängstigt.
„Ich habe entschieden, dass Ihre Tochter nicht nach
Amerika geht, wenn sie das nicht will“, erwiderte
der Hirte.
„Eine gute Tochter muss ohne zu mucksen ihrem
Vater gehorchen!“, wetterte der Richter.
„Bist du ein Türke aus Anatolien?“, warf ihm der Hirte an den Kopf.
„Und was hat das nun in Gottes Namen damit zu
tun?“, fragte der Richter.
„Warum hat man in Lepanto gekämpft?“, antwortete der Hirte auf die Frage mit einer Frage.
„Um den christlichen Glauben zu verteidigen“, kam
es wie aus der Pistole geschossen.
„Um eine Verrücktheit durch eine andere zu ersetzen, ohne dass es einen wirklichen Wechsel gäbe?“,
hakte der Hirte nach.
„Was nennst du genau Verrücktheit?“, unterbrach
ihn der Richter.
„Verrücktheit nenne ich all das, was sich als absolute Wahrheit einordnet und verhindert, oder sogar
verbietet, dass die Leute selber denken“, erwiderte
der Hirte, der sehr genau wusste, was er sagte.
„Du glaubst also nicht an die göttliche Ordnung,
dessen Symbol Phillip II und der Papst ist?“
„Nein mein Herr, daran glaub ich nicht, denn ich
bin der, der die Rechnung bezahlt und deswegen
schaue ich ein bisschen genauer hin.“
„Und was geht dich meine Tochter an?“, fragte ihn
der Richter befremdet.
„Mich geht all das was an, was mich interessiert“,
wiederholte der Hirte.
„Und du glaubst, dass du besser als ich weißt, was
gut für meine Tochter ist?“, gab der Richter zurück.
„Ja mein Herr, in diesem Fall ist es besser, dass sie
ihre eigenen Fehler macht und nicht unter den Fehlern der anderen leidet“
„Und wie willst du verhindern, dass ich sie nach
Amerika mitnehme?“, fragte ihn der Richter in arrogantem Tonfall.
„Wieviele Kilometer sind es von hier nach Sevilla?“,
fragte ihn der Hirte ruhig.
„Nun, so etwa dreihundert, schätzte der Richter.
„Und wissen Sie auch, wie viele Hirten es gibt zwischen hier und Sevilla?“
„Nein, warum muss ich das wissen?“, erwiderte der
Richter.
„Nun, da Sie so schlau sind, gehe ich davon aus,
dass Sie verstanden haben, wovon ich rede. Ich
sage Ihnen noch was anderes. Wenn Ihr euch benehmen wollt wie ein Taliban und entscheiden wollt,
wen eure Tochter heiratet, dann gehen Sie besser
nach Anatolien. Ich glaube kaum, dass man in Amerika Typen wie Sie braucht, doch das ist mir egal,
das interessiert mich nicht. Doch hier sind wir in Andalusien und hier liebt jeder den, den er lieben will
und jeder hat das Recht, seine eigenen Fehler zu
machen, so lernen wir.“
Habiendo dicho esto, llamó al ángel músico que
bajó de inmediato de su colina y le dijo que al otro día
los dos volverían con ellos al lugar de donde habían
venido. Se supo después que este niño, a pesar de
estar vestido como cabrero, no era cabrero en absoluto, sino hijo de un noble muy importante, cuyo
padre veía de mal ojo que su hijo se había enamorado
de una niña de origen tan humilde. A esto los cabreros dijeron que no presenta obstáculo alguno y que
dentro de poco será resuelto este problema. Y así se
hizo. El próximo día el juez continuó su viaje a Sevilla
donde se embarcó para las Indias. El padre del niño
se resistió un poco pero después de que le habían
clavado un par de ratas muertas a su puerta, dejó
amar a su hijo a quién quería. La niña seguía viviendo
en la misma casa donde había vivido antes y en la
cual también vivía su abuela. Si estos dos se casaron
o si quedaron solo buenos amigos nunca se supo y
tampoco interesa
Nachdem er das gesagt hatte, rief er den Musikengel, der sofort von seinem Hügel herunterkam und
sagte ihm, dass die zwei am nächsten Tag zu dem
Ort zurückgehen würden, von dem sie gekommen
waren. Später erfuhr man, dass dieser Junge, obwohl
er als Hirte verkleidet war, gar kein Hirte war, sondern
der Sohn eines hochstehenden Adeligen, dessen Vater es missfiel, dass sich sein Sohn in ein Mädchen
von so geringer Abstammung verliebt hatte. Die Hirten sagten den beiden, dass dies kein Hindernis sei,
und dass in wenigen Tagen das Problem gelöst wäre.
Und so geschah es. Am nächsten Tag machte sich
der Richter auf den Weg nach Sevilla, wo er sich nach
Amerika einschiffte. Der Vater des Jungen weigerte
sich ein bisschen, doch nachdem er einige tote Ratten angenagelt an seiner Tür gefunden hatte, ließ er
seinen Sohn lieben, wen er lieben wollte. Das Mädchen wohnte im gleichen Haus, in dem sie vorher gewohnt hatte und in dem auch ihre Oma wohnte. Ob
diese zwei heirateten oder nur gute Freunde blieben,
wissen wir nicht und das interessiert auch nicht.